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Silvia Adriana Linch, que hoy expone en el Colegio Público de Abogados de la Capital Federal, es una artista de formación rigurosa. Sus obras son el resultado de una búsqueda razonada, tanto en las técnicas y materiales que emplea, como en el mensaje que persigue. Y expresan la sensibilidad de una mujer vital y apasionada por el arte.
El color impactante, y la armonía de sus cuadros, son los rasgos distintivos, que de inmediato subyugan al espectador. Este es, a mi criterio, el secreto de su éxito que se renueva en cada una de sus exposiciones.

 Dr. Jorge A. Poliak, Curador CPACF, agosto 2011

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Naturaleza Viva

El título de la obra "Naturaleza Viva", alude al hecho creativo, donde la artista, en la búsqueda subjetiva de lo esencial, juega entre la figuración y la abstracción con un excelente manejo de la técnica. Silvia Linch no convoca a participar de las emociones paradójicas, resueltas con pinceladas dinámicas que dan lugar a ritmos decididos y enérgicos. Se vale del color y el trazo para expresar en formas simbólicas sus distintos estados de ánimo, haciendo uso de colores intensos y contrastados.
La artista transita con total naturalidad en un espacio multidireccional, en el cual se vislumbra terror al dolor y al vacío, conviven en él lo espiritual y la fuerza visceral de la pasión. Su obra nos remite a la corriente expresionista donde se plasma con maestría la esencial vital de la naturaleza y su rol de protagonista en la vida y en el arte.

Yolanda Toteda – Lic. en Artes Plásticas
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Cuando la Técnica es Equilibrio Inestable

Presentación de la artista

Silvia Linch es una fervorosa artista contemporánea que pinta lo que siente y al hacerlo, vivencia a través de su propia actuación, aquello que busca.
No ha renunciado nunca a su voluntad creadora, pues, paralelamente a sus estudios de Abogacía, se formó al lado de maestros como Osvaldo E. Attila en Dibujo, Alicia Scavino en Grabado y Carlos Gorriarena y Carlos Cañás en Pintura. Cumplió así con el deseo familiar de ser Abogada pero mantuvo sus propias aspiraciones artísticas con firme decisión.
Considera como sus padres espirituales, al Maestro Osvaldo E. Attila y a la Dra. Elvira L. R. Gargaglione, que la alentaron en su vida y en su vocación.                                    

La coherencia entre su sentir, pensar y actuar en la experiencia cotidiana, dio sus frutos. En el campo profesional culminó sus estudios en la Universidad de Belgrano y se especializó años más tarde en Mediación y Conciliación de Consumo. En Filosofía del Derecho ha enseñado Ética Práctica, es decir, la aplicación de la ley a la realidad del diario vivir. Y esa actividad le ha permitido profundizar su conocimiento de los demás, y ahondar en los lenguajes abstractos que se traducen en su pintura.
Desde el año 1982, asimismo, participa en Salones y Muestras Nacionales e Internacionales. Pueden citarse, entre otros, en el ámbito nacional: Salón de Otoño 2002, Sociedad Argentina de Artistas Plásticos; Muestra individual Asociación Dante Alighieri de Buenos Aires (2001); XXXV Salón Municipal de las Artes Plásticas, “Manuel Belgrano” (1990), Muestra individual en la Manzana de las Luces (2003); Muestra Individual Colegio Público de Abogados (2002 y 2006); etc., En el campo internacional participó de la Segunda y Tercera Exhibición Anual Internacional de Arte en Miniatura, Del Bello Gallery, Toronto, Ontario, Canadá, Sección Dibujo y Grabado, y en la Primera Bienal Internacional, Anuario Latinoamericano de Artes Plásticas, Galería Rodolfo Cascales.
Ha obtenido distinciones por esas actividades, tales como Primer Premio de Pintura en el Salón de Pequeño Formato “Quinta Trabucco", de Vicente López
(2002); Mención Honorífica del Jurado en el Salón Alianza Francesa (1992) y Mención en el XIº Salón de Pintura del Centro Cultural Yukio Mishima (2001), entre tantas otras.
En lo referente al Dibujo, ha merecido distintos premios, tales como Mención en el XIV Salón Municipal, Municipalidad de Lanús (1983), Mención Premio Universidad de Belgrano (1985), 2do. Premio en el Salón de Pequeño Formato Sociedad Argentina de Artistas Plásticos (1986), Mención en la Universidad de Belgrano, Concurso de las Artes (1986) y 3er. Premio, Salón Apertura Sinopsis, San Telmo (1987).


En materia de Grabado recibió también Mención en el Salón de Pequeño Formato realizado en Vicente López, Provincia de Buenos Aires, año 1990.
Esa vinculación entre Arte y Derecho se ha reflejado en su participación en las Muestras Colectivas de Abogados Pintores realizadas en el Colegio Público de Abogados de la Capital Federal, como así también en diversas Muestras Individuales en dicha sede.
Transitar por ambos caminos ha sido siempre una tensión que oscila entre su profunda vocación artística y su actividad profesional, pero que Silvia Linch ha resuelto con madurez y decisión, que se trasluce en su intensa labor artística.

Obras y contexto

Al referirse a “la condición posmoderna”, Lyotard expresa que ha concluido el tiempo de los grandes relatos y han entrado en crisis los sistemas totalizadores del pasado. Aparece, en cambio, como lo destaca Fermín Fevré, en su trabajo sobre “La posmodernidad en el arte”, una descentración y una heterogénea amplitud en el campo de las significaciones. La posmodernidad sería así, la contraposición de la modernidad, su antítesis. Esto aparejaría un cambio trascendental en el campo del saber y del sentir, y en materia artística, en el modo de expresar ese saber y ese sentir. Parece lógico que ello ocurra, atendiendo a que se ha producido también el ingreso de las sociedades, por lo menos las más avanzadas, a la era postindustrial. Aunque no estemos entre ellas, nuestra sociedad también sufre el impacto de los procesos de globalización y de los medios masivos de comunicación que han trastornado las anteriores formas de vinculación y expresión.
En los artistas argentinos puede apreciarse la incidencia de los cambios actuales que asumen una condición posmoderna en toda o en parte de su producción.
Se manifiestan así porque la pintura ha recuperado el goce en la realización, superando obstáculos y prejuicios, tendiendo a la exaltación de los sentidos.
Los artistas posmodernos han hallado su fuente de inspiración en sí mismos, en las propias vivencias de su mundo interior, y es en ese lugar donde brota lo raigal de su creación. No se ajustan a una teoría determinada del arte, que señale los lineamientos a los que deberían ceñirse. Por el contrario, la autenticidad brota desde las propias vivencias, desde el singular modo de inteligir el mundo y las personas. Hay una recurrencia reiterada a materiales, medios expresivos y estilos diversos. Conviven de esta manera, en una armonía inestable y circunstancial, medios expresivos y estilos diferentes, tanto los antiguos como los nuevos, que al conectarse entre sí en el acto creador, resignifican sus aportes mutuos en conformaciones múltiples y novedosas.
Aristóteles ya señalaba en su Ética a Nicómaco que el fin de la vida del hombre es la felicidad. Este tiempo posmoderno hace la apología de ella, y busca deliberadamente lo placentero y lo agradable, aspira a una existencia más libre, más dichosa y más fácil. Estamos frente a una humanización de lo sublime. El imperativo categórico kantiano hoy ya ha sido reemplazado por lo que Lipovetzky reconoce como una ética impura. Lo bello, lo perfecto, el mundo ideal ha caducado. Queda lo posible, lo que puede alcanzarse, el pequeño relato, la circunstancia, el instante.
Eso no significa que el arte sea menos importante. Sigue cumpliendo una función valiosa en la sociedad de hoy, y la obra artística debe mantener su vitalidad y su poder de innovación constante para ser una auténtica expresión creadora. Y aunque haya cambiado el mundo, ese aspecto es irremplazable. Por lo que la reconciliación del arte y la sociedad de hoy es el marco de interpretación para aprender a crear y a valorar lo creado.
Dueña de una sólida formación en la plástica, Silvia Linch transita por el dibujo, el grabado y la pintura con solvencia y capacidad que le valieron premios y distinciones en esas actividades. Poseedora de una técnica depurada, ello no impide que, al mismo tiempo, sus obras respiren libertad y no queden meramente en la experimentación de los medios técnicos a su alcance. Por el contrario, vuelca su emoción y sus distintos estados de ánimo en cada entrega, logrando conciliar ambos cauces de expresión.
Es, por tanto, una artista posmoderna. Se rebela contra una formalización excesiva en el campo del arte y pone al servicio de su expresión artística todo el bagaje de la tradición, la conflictividad de nuestro tiempo y la esperanza de un mundo en progresión positiva y cada vez más humano.
En sus trabajos se refleja la exaltación del momento presente y por ello el instante queda congelado por la fuerza de su paleta a través de lo gestual. El impulso vital, expresivo, emocional, está en la base de su pintura, plena de tonalidades cromáticas con las que Silvia, certeramente, desnuda un sentimiento, una frustración, un momento de serenidad o de soledad, con el que nos sentimos consustanciados.

El tiempo se presenta así, suspendido, captado y capturado en el propio momento de la ejecución. Nos conduce directamente a un estado psíquico que, prácticamente, se expresa como pulsión que queda registrada inequívocamente. Esta forma en que se manifiesta la artista es una característica que le es propia y consiste en la valentía y el derecho que ella siente de expresar su mundo interior, su imaginario, sus fantasmas y expectativas, que son el tamiz por donde la realidad circundante pasa y es transformada por su magia creadora.
Esa pulsión se trasmuta, a través de ella, en una catarata de manchas, líneas y colores que representan ritmos, movimientos, estados de ánimo, lo onírico, lo mágico, en suma, la vida misma.
Lo gestual en pintura representa el brote de la energía del artista y un impulso que recupera la libertad de pintar y expresar con mayor soltura. Lo que no implica caer en el irracionalismo, pues las obras de Silvia Linch transitan un camino que conscientemente ella recorre y plasma con auténtico compromiso.
Sus retratos reflejan lo que para ella es esencial de la persona elegida. No le interesa captar con exactitud la figura física sino el espíritu del retratado. Reconoce que el rostro que plasma y que tiene delante le permite reconocer el suyo propio, en una ida y vuelta donde no faltan los autorretratos plenos de sugestión e interrogantes.
Arte humanizado, que no teme ahondar en las vivencias, que acepta el desafío del desencanto que la crisis de nuestro tiempo ha desatado, y lo convierte en una oportunidad para la esperanza reflejada en la estética singular de la artista plástica Silvia Linch.

Irene Mercedes Aguirre 2006. Historiadora (UBA). Especialista en Arte y Cultura Argentina


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La exposición de acrílicos de Silvia Linch provoca en el espectador diversas sensaciones: Alegría por el color, fuerza expresiva por la forma y libertad por sobre todo.

Con tres temas predominantes de tango, chicas y paisajes, la sala se anima plena de movimiento y de color.

El tema del tango tiene un lugar particular en su colección por que ella misma lo siente y lo baila con entrega. Es consciente que es una expresión identificatoria de la ciudad y el país. Sus acrílicos reflejan toda la expresión y sensualidad de la danza rioplantense de dos que se goza bailándolo o simplemente mirándolo bailar.

Las chicas de Silvia Linch son inconfundibles por su poder de transmisión con pasión por el color y racionalidad en la forma. Con líneas puras y colorido audaz de complementarios y contrastes, logra una caracterización con estilo propio.

Los paisajes en su mayor parte, realizados en formato apaisado y alargado, como los de Cándido López, le permiten a Silvia Linch mostrar con vista aérea visiones de notable perspectiva y gran belleza que muestran todas las posibilidades de lo pictórico con pincelada alargada y libre en campos florales o magnificente montañas con sentido impresionista.

Silvia Linch también complementa su muestra con dibujos de desnudos de líneas puras que dan cuenta de su dominio sobre la base de toda creación plástica cual es el dibujo.

La característica impronta de sus Maestros Cañás y Gorriarena no afectaron su notable personalidad plástica, lo que enaltece a sus profesores y a ella misma.

Es una artista con gran poder de transmisión, pasión por el color y racionalidad en la forma. Me recuerda lo dicho por Matisse en Los Problemas de la Pintura: "El color, sobre todo, más aún que el diseño, es la liberación".

Irma Aguado. Museóloga y Curadora de la Comisión Nacional de la Manzana de las Luces. 2003

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El Equilibrio de la Pasión

Silvia
Linch nació en Buenos Aires. En forma conjunta realizó la carrera de abogacía y se formó como artista plástica en los talleres de Osvaldo Attila, Alicia Scavino, Carlos Gorriarena y Carlos Cañás. Desde 1982 participa de diversos salones y muestras colectivas. Durante el año pasado expuso en forma individual en la asociación Dante Alighieri de Buenos Aires y en El Gato Negro, y desde el 3 al 24 de abril sus obras podrán verse en el restaurante del Colegio Público de Abogados de la Capital Federal (Corrientes 1441 2º piso).
En la obra de Linch el color dibuja y el trazo se sustancia en el color. Muestra una paleta de tonos puros y definidos que se equilibran entre sí dando vitalidad a sus pinturas sin caer en lo agresivo. Los enigmas de los rostros y la fantasía de los paisajes hacen que el espectador no se canse de mirar sus cuadros. Sus composiciones transmiten un ritmo ágil, por momentos adquieren cierta vertiginosidad pero sin caer nunca en la estridencia.
La Profesora Martina Pennella afirma: “Jarros, botellas, vasos, ventanas, paisajes son formas que emergen de oscuros fondos para redimensionar el espacio plástico (…) Su obra contiene un especial mensaje romántico y se mueve en un tiempo que busca la verdad del ser de las cosas.”
Silvia Linch oscila con destreza entre la pasión y la razón. Su creatividad siempre busca superar los límites, se arriesga desde el lugar del conocimiento de las técnicas pictóricas, por eso el resultado es impecable. Sus figuras y paisajes tienen fuerza, por eso ver una de sus obras es reconocer su estilo.

Catalina Pastuso

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Silvia Linch, dibujante, grabadora. Pone afuera la compleja agresividad actual y en una búsqueda del hombre dirige su mirada a los objetos simples, cotidianos. Jarros, botellas, vasos, mesas, ventanas, paisajes son formas que emergen de oscuros fondos para redimensionar en el espacio plástico. Es un gesto de valentía el de esta artista que elige esos sencillos modelos haciéndoles trascender de un mundo en el cual el arte está plagado de modos, gestos, incoherencias e ira, a otro mundo ideal de belleza y sueños. Su obra contiene un especial mensaje romántico y se mueve en un tiempo que busca la verdad del ser de las cosas.

Prof. Martina Penella, Agosto 1990          

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Sus personajes tienen fuerza y estilo, ver una de sus obras es reconocer a una artista.

Silvia pinta lo que realmente le gusta, lo que nace de su corazón, los tonos que usa le dan a sus pinturas una característica especial, fácilmente reconocible.

Es difícil calificar sus cuadros por la personalidad que trasuntan, o que mejor podemos hacer es admirar el esfuerzo que cada uno de ellos demanda y dejarnos llevar por nuestros sentimientos.

Silvia Adaszko.  Museóloga, Ex Directora del Museo Judío de Buenos Aires Salvador Kibrick

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